Artículo 162.- Parte de nuestra misión especial en la Iglesia es el Colegio-Hogar, cuyo fin es el sostenimiento y la educación integral de los niños, niñas y adolescentes huérfanos o con problemas familiares, siempre que carezcan de medios económicos suficientes, salvo casos excepcionales que, responsablemente, debe estudiar la Superiora con su Consejo Local.
Artículo 163.- El ideal y la meta apostólica de nuestros Colegios-Hogares es llevar a los niños y niñas acogidos en ellos a un conocimiento del Misterio de la Salvación y a una vivencia y desarrollo pleno de su condición de Hijos de Dios.
La formación religiosa, lo más completa posible, incluye el desarrollo de una piedad cristocéntrica, mariana y josefina.
Artículo 164.- Procuren que el ambiente del Colegio-Hogar sea lo más parecido posible al de una verdadera familia. Las religiosas deben ser Madres capaces de unir la delicadeza que cura a la fortaleza que exige.
Artículo 165.- La Madre de Desamparados ha de tener un gran espíritu de oración, no medir nunca el sacrificio, ser fuerte con la fortaleza de Cristo, estar convencida de que por sí misma no podrá nada y de que la educación es fruto de la gracia de Dios y de nuestro esfuerzo.
Artículo 166.- Las Madres encargadas de los Hogares han de continuar la formación que los niños reciben en el colegio. Ellas han de prepararlos para la vida y no pueden eludir su responsabilidad. Para completar su formación espiritual y humana aprovechen todas las oportunidades que en el Hogar se presenten a través de los pequeños detalles.
Artículo 167.- La dedicación a la infancia y adolescencia necesitada exige un verdadero ejercicio de la caridad misericordiosa que tienda a suavizar, en la medida de lo posible, el desajuste emotivo, la inseguridad interna y las frustraciones propias de quienes carecen de padres o de un hogar en condiciones normales.
Artículo 168.- Las religiosas encargadas de los niños o de las niñas deben tener preparación especial, un corazón maternal que intuya y adivine sus necesidades, paciencia para sobrellevar con alegría sus intemperancias y fe para ver en ellos, aun en los más difíciles, la imagen de Cristo.
Artículo 169.- Parte integrante del apostolado de un Colegio-Hogar es el contacto frecuente con las familias, a las que han de ayudar, con visión cristiana, a superar sus problemas.
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